jueves, 20 de agosto de 2020

¿Puede unirnos el humor? El humor que debería permitirse en Colombia.

Problemático hablar del término “nosotros” y el “bien común”, un término incuestionable para las sociedades antiguas y aún importante para todos aquellos que seguimos el pensamiento republicano para justificar el orden político democrático, liberal e igualitario. Sí, y es que así sorprenda a muchas personas que de manera inocente o premeditada se autoidentifican como políticamente correctos, que tienden a confundir el republicanismo con clichés como: ultra derecha, fascismo, nazis, o la acepción colombiana de “paramilitar”, confunden una ideología antigua y aún presente en sociedades como la estadounidense.

En el marco anterior analizo el stand up comedy de Dave Chapelle, la importancia de poder reírnos, expresarnos libremente y la necesidad de abrirnos al humor en Colombia como vía para encontrar un “nosotros”, quizá necesario para poder alcanzar los consensos mínimos que se requieren como sociedad.

Chapelle es un humorista afroamericano cercano a los 50 años, personalmente lo recordaba por su actuación en la película “De Ladrón a Policía” (Blue Streak 1999) junto a Martin Lawrence. Recientemente, y por recomendación de personas republicanas que compartían fragmentos de una de sus presentaciones en la red social twitter, busqué y disfruté de su stand up comedy en la plataforma Netflix @NetflixLAT , sorprendiéndome gratamente del humor desinhibido, crítico, realista y con cinismo bien llevado por parte del artista, algo que quizá no tenga cabida en los deseos de control de la sociedad de los fanáticos de lo “políticamente correcto”.

Chapelle, como buen humorista, no centra su atención en burlarse y criticar a sólo ciertos sectores de la sociedad, o a las figuras políticas poderosas lejanas a un ciudadano del común, en lugar de eso aborda el sinsentido de discursos y posturas de diversos grupos sociales, sin preocuparse de abordar temas tabú o prohibidos desde lo políticamente correcto. Personalmente considero que este tipo de eventos artísticos, además de ganarnos carcajadas a más no poder, permite detenernos y hacernos pensar nuevamente en fenómenos sociales que nos afectan a todos por igual y a la necesidad de tomar decisiones conjuntas, democráticas y racionales como sociedad.

De esta forma Chapelle aborda el tema del aumento de consumo de heroína, que al parecer afecta más a las personas “caucásicas” (trataré de no usar los términos blanco o negro para no herir a los amigos de lo políticamente correcto) que a los afroamericanos, señalando que se compadece de los blancos adictos, “me recuerdan a nosotros (los afroamericanos) … los blancos se ven igual que nosotros durante la epidemia del crac”. Concluye que estos problemas hacen que las diversas razas en Estados Unidos estén más unidas que nunca, en lugar de divididos como señalan muchos expertos. 

Otro ejemplo de crítica se encuentra al burlarse de la cultura de la censura, y de cómo, al tratar de introducir un chiste con la palabra fagge (maricón) para un antiguo programa de TV, la censora le dijo que debía eliminar el chiste. Señala que aceptó pero que le preguntó ¿por qué puedo usar indiscriminadamente la palabra nigger (negro), pero no puedo usar la palabra “fagge”? a lo que la censora señaló “porque no eres gay Dave”. Ante esto Chapelle respondió “¡pues tampoco soy negro!”. Y es que, en efecto resulta ilógico y contrario al sentido común que aquellos que promueven poder autoidentificarse o “autopercibirse” como quieran, les impongan a otros una imagen o representación. Chapelle llama a este grupo “las personas del alfabeto”.

Cierra el show con el escándalo del actor francés Jussie Smollett por falso testimonio de sus supuestos agresores en su contra, “hombres blancos, racistas, xenófobos, homófobos y seguidores de Donald Trump (por vestir los cachuchas o gorras de MAGA Make American Great Again)”. Con humor Chapelle muestra lo inverosímil y en contra del sentido común de la denuncia de Smollett, y lo descabellado de muchos medios de comunicación y figuras se hayan solidarizado con Smollet, una de ellas la actual fórmula Vice Presidencial de Joe Biden, Kamala Harris. No entraré en detalle para que sean ustedes mismos quienes se animen a disfrutar del espectáculo artístico de Chapelle.

 

Finalmente, la pregunta ¿tenemos la libertad en Colombia para este tipo de expresiones y mensajes? Lamentablemente no, y es que, a pesar de contar con buenos humoristas en Colombia (en cuanto a imagen, forma de expresarse, gestos, etc.), éstos la mayoría de las veces se mofan sólo de ellos mismos, o en su mensaje no podemos encontrar puntos de unión como sociedad. La invitación es a los humoristas a que sean más libres en su arte, y es que me pregunto: ¿qué diferencia la falsa denuncia de  Smollet en los Estados Unidos con falsas denuncias en Colombia como la conductora del SITP o la pareja Gay del Centro Comercial Andino en Bogotá?, ¿por qué no hay humoristas que bromeen con ese caso?

En el caso colombiano son pocos los que tratan de hacer esa tarea de mostrar el sinsentido de actuaciones o discurso de diversos sectores sociales, y lo peor del caso, deben hacerlo de manera anónima para no sufrir castigos de grupos poderosos de la sociedad colombiana que aplican el doble racero de, no soporta “ataques” de humor, pero premia con curules en el Congreso (entre otras gavelas) a delincuentes condenados por la justicia. Entre estos pocos anónimos se podría señalar el grupo los chompos @Chompos_Col , quienes lamentablemente hoy cargan con el estigma de misóginos y patriarcales por los chistes que sostuvieron sobre una reconocida escritora.

 

Nota 1: en Colombia, paradójicamente, personas que se identifican como políticamente correctas no pueden respetar la decisión de jóvenes de tez oscura como Miguel Polo @MiguelPoloP de apartarse de su corriente política. Siempre me he preguntado qué produce esa paradoja.

Nota 2: recomiendo dos canales de youtube en idioma español, Jota DBS @Jota_DBS  y Diario de Rorschach, que muestran algunos sinsentidos de los grupos políticamente correctos y de la política de la censura.

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