Con frecuencia los analistas políticos del país se enorgullecen de la “fortaleza institucional” colombiana dado que sería un freno a todo intento de populismo o autoritarismo. Por ello ante acontecimientos como el otorgamiento de diez curules en el Congreso sin obtener votación para las FARC, las 16 circunscripciones especiales de paz o la victoria del presidente Petro y su programa de gobierno, los analistas insistían en que la fortaleza institucional sería una barrera para salidas en falsos y reformas radicales frente lo construido hasta ahora (para nada despreciable, pero quizá no en la velocidad deseada ni cumpliendo ciertos criterios de justicia anhelados por ciertos sectores).
Aunque la certeza ante la fortaleza
institucional ha ido reduciendose, con la aprobación de reformas como la de salud
en Cámara de Representantes o el nombramiento de funcionarios clave del
gobierno en órganos colegiados de toma de decisiones y cargos significativos,
la confianza aún hace pensar que los escenarios futuros no permitirán la
aprobación de grandes reformas ni el colapso de algunos de los sistemas
estatales.
La confianza de estos analistas descansa
en el entendimiento y la suposición que la democracia funciona como una especie
de mercado en la que los representantes son elegidos conforme a intereses
diversos para negociar y lograr acuerdos mínimos en las asambleas de toma de
decisión. Además de la existencia de amplios poderes de veto para la rama
judicial. Este esquema ideal funciona sin sobresaltos en escenarios de
“normalidad” y en aquellos en que los actores participantes sean leales al
esquema, dado que los victoriosos en elecciones coyunturales no abusarían del
poder para luego no ser abusados una vez sean derrotados. Pero como veremos en
estas líneas, con Schmitt, es un modelo muy frágil en contextos de anormalidad
y ante la deslealtad de los actores en el juego democrático.
Sobre Carl Schmitt y el texto
legalidad y legitimidad (1932 1ra versión).
Schmitt es un autor trasgresor y podría
afirmarse que es un analista experto de los contextos de anormalidad, tan
necesarios hoy en día. Sus ideas han recibido un tipo de censura por su
adscripción involuntaria a organizaciones asociadas a la Alemania nazi por lo
que es probable que sea poco conocidas entre este grupo de analistas que
confían en la fortaleza institucional. Por suerte, autores como Andrés Rosler o
Fernando Atria están rescatando la importancia de su pensamiento, sobre todo en
sus relevantes aportes para el derecho en general y el derecho político en
específico.
Tomado de: https://elpais.com/babelia/2022-01-08/carl-schmitt-el-genio-nazi-de-la-ciencia-politica.html
En su texto legalidad y legitimidad, cuyo
año de publicación original es 1932, se centra en analizar y reflexionar sobre
el tipo de Estado diseñado por la constitución de Weimar, sus debilidades y
advertencias sobre el devenir de Alemania en momentos de tanta transformación e
incertidumbre.
Tomado de: https://www.libros-antiguos-alcana.com/carl-schmitt/legalidad-y-legitimidad/libro
Para Schmitt, existen cuatro tipos
puros de Estado: el legislativo, el judicial, el ejecutivo y el administrativo.
Cada uno de ellos tendrá el énfasis en entregar el poder de decisión a ciertos
actores particulares. Y si bien, todo sistema jurídico tiene elementos de
varios tipos de Estado, habrá elementos claves o nucleares que harán que el
Estado tenga una tendencia mayor o menor hacia alguna de las citadas
tipologías.
Bajo dichos parámetros, para el
catedrático alemán, la constitución de Weimar era una especie de híbrido que
quería mantener el Estado legislativo e instituciones tradicionales de la
monarquía, junto a otras figuras que hacían imposible el funcionamiento normal
del Estado legislativo como, por ejemplo: la introducción del requisito de mayorías
especiales en el legislativo y el pluralismo, el permitir los decretos ley al ejecutivo, la
posibilidad de convocatoria a referéndums, el control judicial sobre legalidad material
y no solo forma (con lo que se rompe la neutralidad del Estado legislador).
Todo esto generando debilidad para un funcionamiento del modelo en momentos de
normalidad, y peor aún en contextos de anormalidad como los de finales de los
años 20` y comienzos del 30`.
Ya en específico para relacionar estas
ideas con los supuestos de los analistas y su idea de fortaleza institucional,
lo que Schmitt denomina Estado legislativo es bastante semejante a la
descripción que presentamos a la democracia como mercado. Por ejemplo, sobre la
idea de lealtad que describimos anteriormente, el autor alemán usa el concepto
de “igualdad del chance” según el cual:
Si no se
quiere ver desmoronarse en el mismo momento todo el sistema de legalidad: tal
principio es el de la igualdad de chance para alcanzar esa mayoría, abierta a
todas las opiniones, a todas las tendencias y a todos los movimientos
concebibles. Sin este principio, las matemáticas de las mayorías, con su
indiferencia frente al contenido del resultado, no solo sería un juego grotesco
y un insolente escarnio de toda justicia … éstas acabarían también el sistema
mismo, desde el instante en que se ganara la primera mayoría, pues esta primera
mayoría se instituiría en seguida como poder permanente (p. 280).
Ahora bien, la fragilidad de la lealtad o
el chance está en el origen mismo del Estado legislativo. Schmitt lo expresa en
los siguientes términos:
… un
concepto como la igualdad de chance es de por sí también uno de aquellos conceptos
imprecisos y ligados inmediatamente a la situación concreta, cuya
interpretación y aplicación competen necesariamente al poder legal y, por
tanto, al partido dominante en cada momento. Este último determina por sí solo
las posibilidades de acción que está dispuesto a permitir a su adversario
político interno; para ello determina por sí solo cuándo comienza la ilegalidad
del competidor. Evidentemente, esto no es ya competencia equitativa ni es ya
igualdad de chace para alcanzar el poder (p. 284).
Finalmente, y para continuar con la
descripción de la debilidad del Estado legislativo cuando un partido no sea leal al modelo, se habla de:
La gran
prima que se otorga a la posesión legal del poder, constituida por las tres
ventajas de la interpretación arbitraria, la presunción de la legalidad y la
ejecutividad inmediata, despliega toda su eficacia práctica en el uso de la
posibilidad de eliminar toda idea de igualdad de chance, en virtud de las
facultades que conlleva los poderes extraordinarios propios del estado de
excepción. Confiere además al partido gobernante no solo los medios para
apoderarse del botín, de los spoils del adversario vencido, según el viejo
estilo, sino que, gracias al derecho a imponer contribuciones y tributos … A
esta gran prima se añaden entonces otras muchas primas de menor importancia…
(p. 286).
No me detendré en detallar las posibles
similitudes entre el contenido de estas citas y las actuaciones de gobierno
colombiano que son documentadas día a día por parte de medios de comunicación.
Prefiero dejar al lector que identifique por si mismo las similitudes.
Como vemos entonces, y si aceptamos que
los elementos del modelo democrático entendido como mercado se acerca al
concepto del chance de Schmitt, la fragilidad está presente y hace aguas en un
caso como el colombiano, al igual que hizo aguas la constitución de Weimar en
los años 30.
En próximas entradas del blog
reflexionaremos sobre otros posibles argumentos que sostienen la idea de
fortaleza institucional como los poderes de vetos del poder judicial y de
ciertos órganos autónomos. También es una buena oportunidad para explorar la
propuesta de salida a la crisis que propone Schmitt en dicho texto, conforme a las
condiciones de la política y la democracia en la modernidad, como es la salida
plebiscitaria, la cual vale la pena revisar en profundidad para no confundirlas
con el mero populismo o el terror a lo democrático.
Así entonces, estas entradas al blog
esperan incentivar la lectura de las ideas incómodas y tabús de este gran
clásico contemporáneo, que ayuda a enfocar de forma diferente la crisis y los
escenarios, en estos momentos de propuestas de cambios en Colombia para lo cuales los modelos tradicionales parecen no encontrar mucha explicación.
Bibliografía.
Schmitt, C. (2004) Teólogo de la política.
Héctor Orestes Aguilar: prólogo y selección de textos. México: Fondo de Cultura
Económica.
Excelente reflexión sobre aporte de Carl Schmitt a la comprensión de la democracia y fortaleza de las instituciones en Colombia. De los cuatro tipos de Estado puro, en Colombia sólo tenemos un fuerte arraigo en el legislativo, el ejecutivo y el judicial con el desgaste acelerado de éste último por su falta de análisis y sentido en "justicia, verdad y reparación", haciendo énfasis en aspectos puramente "formales o positivistas" exégetas que en nada han contribuido a que la sociedad se eduque y sea más responsable y participativa. La idea de las instituciones sin espacios para la inclusión y la oxigenación del sistema no funciona. Los políticos empíricos y profesionales del derecho tienen gran responsabilidad al auto proclamarse magistrados o autoridades sin peso moral que los soporte y los proyecte al futuro. El mundo actual es más amplio, más liberal en su sentido intelectual, pero también más radical en su sentido despreciable y nocivo. El rescate del sentido y razón de la política como ciencia, radica en la filosofía política y en la formación íntegra e integral de nuevos actores que se acoplen a las instituciones que demuestren utilidad al sistema democrático, a la administración de justicia objetiva, neutral y prospectiva. En mi opinión, hay instituciones del Estado administrativo colombiano que no han funcionado porque fueron cooptadas por los políticos más despreciables, tal es el caso de la Procuraduría General, la Fiscalía y algunas altas cortes que no tienen la capacidad de ver el bosque completo, sino un pequeño jardín puesto a su servicio. Colombia, necesita con urgencia dejar hacer, dejar gobernar, dejar pensar y denunciar sin miedo a las cabezas y organizaciones mafiosas y criminales que nos han estado gobernando sin respiro porque de no hacerlo se les acaba su reinado. Existen crímenes y criminales que se burlan de las actuales instituciones porque éstas son de hace más de tres siglos atrás. Necesitamos en consecuencia, examinar los contenidos temáticos de las Facultades de Ciencias Sociales para ayudar a formar nuevos líderes y pensadores verdaderamente científicos, honestos y competentes para rescatar los valores y principios contaminados.
ResponderEliminarEste comentario es de Luis Jair Pacheco. Doctorando en Política y Gobierno (UCC - Córdoba Argentina); Magíster en Estrategia y Geopolítica; Especialista en Responsabilidad Social Empresarial; Especialista en Gobierno Municipal; Profesional en Administración Pública (ESAP, Bogotá) con énfasis en Políticas Públicas. Profesor asociado, investigador y columnista en Capital Político de México.
EliminarMi nombre es Luis Jair Pacheco (anónimo del 7 de feb de 2024). Doctorando en Política y Gobierno; Magister en Estrategia y Geopolítica; Especialista en Responsabilidad Social Empresarial; Especialista en Gobierno Municipal; Profesional en Administración Pública con énfasis en políticas públicas. Profesor asociado e investigador en estos temas.
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