miércoles, 3 de abril de 2024

Una lectura a la actual situación política en Colombia desde el texto "Legalidad y legitimidad" de Carl Schmitt (Parte II). Sobre el Estado plebiscitario.

Recientemente el presidente Petro informó sobre su intención de convocar a una Asamblea Nacional Constituyente para acelerar y destrabar los obstáculos con los que se ha topado para cumplir con sus promesas de gobierno. Con el transcurso de los días el gobierno comenzó a enviar información sobre los nueve puntos que se buscaría reformar a través de ese mecanismo (https://www.larepublica.co/economia/los-nueve-puntos-que-propone-petro-discutir-en-el-proceso-de-una-constituyente-3830656 ) para, finalmente, relacionar la constituyente con procesos de movilización y participación popular.

Los análisis sobre el tema han pasado por los estrictamente legal-jurídicos, centrados en estudiar la legalidad o “conveniencia” de la propuesta (esto último de forma bastante amañada para ser sinceros), y análisis político-electorales, que señalan los posibles efectos electorales de aprobarse la propuesta.

Por nuestra parte, continuaremos haciendo el análisis a la situación de “anormalidad” actual Colombia (al momento de escribir esta columna el gobierno intervino la EPS Sanitas a pesar de mostrar indicadores iguales o mejores a los de otras EPS no intervenidas) desde las categorías de Schmitt.

En una entrada anterior, abordamos el análisis de Schmitt, en el texto “Legalidad y legitimidad”, sobre las debilidades del Estado Parlamentario en la sociedad moderna (https://rvluis1.blogspot.com/2024/01/una-lectura-la-actual-situacion.html ) y como los conceptos como la “fortaleza institucional” o la “capacidad de chance” no son diques u obstáculos suficientes para detener a un gobierno que no sea leal con la idea de democracia de un Estado liberal y parlamentario.

En esa oportunidad, por temas de espacio no se pudo abordar con mucha más profundidad la crítica de Schmitt al Estado Parlamentario en la sociedad moderna, la cual podríamos resumir en:

1.       1. El Estado moderno brinda directamente o regula un número muy superior de acciones a las que atendía al momento de establecerse Estados parlamentarios.

2.    2.   La modernidad, y en especial el liberalismo, acabó con cualquier idea de unidad y el valor que tenían las mayorías simples para la toma de decisiones. En su lugar, existe la idea de pluralidad, la representación, la negociación y los acuerdos de mínimos.

En presencia de esos dos fenómenos, y con Sistemas Políticos altamente cerrados y lentos (pero muy plurales, por cierto), como lo demuestra el propio caso alemán en las que Schmitt escribió su texto, las sociedades reclaman el cumplimiento, efectivo o al menos simbólico del punto 1, evadiendo los "obstáculos" que implica el punto 2, y para esto preferirán el Estado Plebiscitario.

Ahora bien, este Estado plebiscitario no consiste en la convocatoria permanente a la sociedad en su conjunto para tomar decisiones sobre la multitud de funciones que realiza el Estado hoy día, que en sociedades y sistemas complejos como las actuales, es imposible que un solo sujeto pueda conocer a profundidad (algo que ha demostrado el debate al sistema de salud en Colombia en el que, ni los actores directamente involucrados, conocen bien todas las complejidades del sistema). En ese sentido, el Estado plebiscitario consiste en que el líder del mismo tenga la capacidad de saber qué preguntar o someter a la consulta popular, y, sobre todo cuándo hacerlo.

Schmitt identificó esta realidad en los años 30 del siglo XX y alertó a las autoridades alemanas de tomar una decisión en ese sentido antes que el partido nazi, que también había identificado dicha realidad, alcanzara el poder. De más está decir que Schmitt no fue escuchado, prefiriendo dichas autoridades confiar en la “fortaleza institucional” del Estado parlamentario híbrido de la Constitución de Weimar, y el resto de la historia ya la conocemos.

 

¿Quién se atreve primero?

El presidente Petro, parece operar bajo esta realidad identificada por Schmitt y por eso permanentemente hace mención a la posibilidad de convocar al pueblo y las masas para la toma de decisiones ante el cierre del sistema político.

De hecho, muchos opinadores han identificado las similitudes de esa forma de actual con la idea de Estado de Opinión que los asesores del ex Presidente Uribe defendían con frecuencia. Quizá por ello, en la actual coyuntura de anormalidad, y antes del cercano hundimiento del proyecto de reforma a la salud en el Congreso, el propio ex Presidente había señalado la posibilidad de convocar a la ciudadanía a un mecanismo de participación ciudadana para decidir en torno a la continuidad o la reforma del sistema de salud.

Bajo estos condicionamientos, la pregunta actual es: ¿Quién se atreverá primero a liderar el Estado plebiscitario o la oposición plebiscitaria? Como todo, este mecanismo tiene sus fortalezas y debilidades, pero parece más ajustado para actuar en momentos de “anormalidad” como los actuales. La otra opción es seguir confiando en la “fortaleza institucional”. ¿Confía usted en la fortaleza institucional colombiana?

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