Recientemente el presidente Petro informó
sobre su intención de convocar a una Asamblea Nacional Constituyente para acelerar
y destrabar los obstáculos con los que se ha topado para cumplir con sus
promesas de gobierno. Con el transcurso de los días el gobierno comenzó a
enviar información sobre los nueve puntos que se buscaría reformar a través de
ese mecanismo (https://www.larepublica.co/economia/los-nueve-puntos-que-propone-petro-discutir-en-el-proceso-de-una-constituyente-3830656
) para, finalmente, relacionar la constituyente con procesos de movilización y
participación popular.
Los análisis sobre el tema han pasado por
los estrictamente legal-jurídicos, centrados en estudiar la legalidad o “conveniencia”
de la propuesta (esto último de forma bastante amañada para ser sinceros), y
análisis político-electorales, que señalan los posibles efectos electorales de
aprobarse la propuesta.
Por nuestra parte, continuaremos haciendo
el análisis a la situación de “anormalidad” actual Colombia (al momento de
escribir esta columna el gobierno intervino la EPS Sanitas a pesar de mostrar
indicadores iguales o mejores a los de otras EPS no intervenidas) desde las
categorías de Schmitt.
En una entrada anterior, abordamos el
análisis de Schmitt, en el texto “Legalidad y legitimidad”, sobre las debilidades
del Estado Parlamentario en la sociedad moderna (https://rvluis1.blogspot.com/2024/01/una-lectura-la-actual-situacion.html
) y como los conceptos como la “fortaleza institucional” o la “capacidad de
chance” no son diques u obstáculos suficientes para detener a un gobierno que
no sea leal con la idea de democracia de un Estado liberal y parlamentario.
En esa oportunidad, por temas de espacio
no se pudo abordar con mucha más profundidad la crítica de Schmitt al Estado
Parlamentario en la sociedad moderna, la cual podríamos resumir en:
1. 1. El Estado moderno brinda
directamente o regula un número muy superior de acciones a las que atendía al
momento de establecerse Estados parlamentarios.
2. 2. La modernidad, y en especial
el liberalismo, acabó con cualquier idea de unidad y el valor que tenían las
mayorías simples para la toma de decisiones. En su lugar, existe la idea de
pluralidad, la representación, la negociación y los acuerdos de mínimos.
En presencia de esos dos fenómenos, y con
Sistemas Políticos altamente cerrados y lentos (pero muy plurales, por cierto),
como lo demuestra el propio caso alemán en las que Schmitt escribió su texto,
las sociedades reclaman el cumplimiento, efectivo o al menos simbólico del punto
1, evadiendo los "obstáculos" que implica el punto 2, y para esto preferirán el
Estado Plebiscitario.
Ahora bien, este Estado plebiscitario no
consiste en la convocatoria permanente a la sociedad en su conjunto para tomar
decisiones sobre la multitud de funciones que realiza el Estado hoy día, que en
sociedades y sistemas complejos como las actuales, es imposible que un solo
sujeto pueda conocer a profundidad (algo que ha demostrado el debate al sistema
de salud en Colombia en el que, ni los actores directamente involucrados,
conocen bien todas las complejidades del sistema). En ese sentido, el Estado
plebiscitario consiste en que el líder del mismo tenga la capacidad de saber qué
preguntar o someter a la consulta popular, y, sobre todo cuándo hacerlo.
Schmitt identificó esta realidad en los
años 30 del siglo XX y alertó a las autoridades alemanas de tomar una decisión
en ese sentido antes que el partido nazi, que también había identificado dicha
realidad, alcanzara el poder. De más está decir que Schmitt no fue escuchado,
prefiriendo dichas autoridades confiar en la “fortaleza institucional” del Estado
parlamentario híbrido de la Constitución de Weimar, y el resto de la historia
ya la conocemos.
¿Quién se atreve primero?
El presidente Petro, parece operar bajo
esta realidad identificada por Schmitt y por eso permanentemente hace mención a
la posibilidad de convocar al pueblo y las masas para la toma de decisiones
ante el cierre del sistema político.
De hecho, muchos opinadores han identificado
las similitudes de esa forma de actual con la idea de Estado de Opinión
que los asesores del ex Presidente Uribe defendían con frecuencia. Quizá por
ello, en la actual coyuntura de anormalidad, y antes del cercano hundimiento del
proyecto de reforma a la salud en el Congreso, el propio ex Presidente había
señalado la posibilidad de convocar a la ciudadanía a un mecanismo de
participación ciudadana para decidir en torno a la continuidad o la reforma del
sistema de salud.
Bajo estos condicionamientos, la pregunta
actual es: ¿Quién se atreverá primero a liderar el Estado plebiscitario o la oposición
plebiscitaria? Como todo, este mecanismo tiene sus fortalezas y debilidades,
pero parece más ajustado para actuar en momentos de “anormalidad” como los
actuales. La otra opción es seguir confiando en la “fortaleza institucional”. ¿Confía
usted en la fortaleza institucional colombiana?
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