Record of Ragnaron es una serie de anime que reproduce el manga de la editora Tokuma Shoten. La serie describe el torneo de lucha uno a uno, tanto con armas como sin ellas, que enfrenta a dioses de diversas culturas y religiones con humanos de diversas épocas de la historia, para decidir si los primeros envían un cataclismo que acabe con la humanidad en nuestro presente.
La idea de
decidir el destino de la humanidad en un torneo es de una Valquiria que litiga
en favor de los humanos basada en un reglamento que guía a los dioses. Hasta la
fecha de este escrito, se han dado, en el anime, cinco combates con el
resultado de tres victorias para los dioses y las dos restantes para los
humanos.
Pasando al
contenido de la serie, cada uno de los combates acumulan aproximadamente 4 o 5
capítulos donde la mayor parte del contenido no son las escenas de acción sino
conocer la narrativa detrás de los mitos y leyenda de los dioses y el camino a
la virtud de los personajes humanos, gracias al cual pasaron a hacer parte de
la tradición de cada una de sus disciplinas. De hecho, en las tribunas de
quienes disfrutan el espectáculo, alguno personajes igual de virtuosos a los
combatientes humanos explican las causas que llevaron a los competidores a
convertirse en leyenda en cada uno de sus campos.
Con esto
último llegamos al objetivo que acompaña todas las entradas de mi blog, como
saben, aprovechar la oportunidad para presentar algunos textos académicos y
dejarles la curiosidad para revisarlos por ustedes mismos.
En este sentido, nada mejor que hablar del texto Tras la Virtud de Alasdair MacIntyre (2004). La idea principal del autor en dicho texto es que no puede separarse la filosofía moral de la historia de la filosofía moral y del contexto histórico y las tradiciones, y en caso de hacerlo, como lo hacen básicamente todos los filósofos modernos, tanto analíticos como hermeneutas, racionalistas o empíricos, terminan presentando una concepción de virtud inintelegible para el resto (que de hecho el mismo contexto moderno ha hecho inintelegible la idea de virtud) y un catálogos de virtudes que solo son un reflejo del contexto cultural e histórico de algún autor en específico, así se trate de adornar con la idea de “racionalidad y universalidad”.
La forma
en la que comienza el libro captura la atención de inmediato. Un ejemplo
contrafactual de una sociedad en la que el movimiento de los “no a la ciencia”
(cuanto parecido a lo que actualmente sucede con el movimiento de los amigos
del alfabeto) tratan de borrar cualquier vestigio de ésta, casi lográndolo
por completo. Apenas quedan textos e información parcial, separada y sin el
anclaje teórico. Algunos “ilustrados” tratan de salvar y organizar los restos y
le dan títulos a esos conocimientos dispersos e inconexos, física, química,
biología, pero:
Nadie, o casi nadie, comprende que lo que están
haciendo no es ciencia natural en ningún sentido correcto. Todo lo que hacen y
dicen se somete a ciertos cánones de consistencia y coherencia y los contextos
que serían necesarios para dar sentido a toda esta actividad se han perdido,
quizás irremediablemente (p. 10).
Este
contrafáctico describe lo que le ocurrió a la filosofía moral y a las virtudes
en la modernidad (un verdadero crimen de lesa humanidad).
Contrario
a la ambición moderna de filosofía moral, tratando de buscar las virtudes en
la racionalidad como un obstáculo a la pasión, MacIntyre invita a entender la
evolución de la filosofía moral Aristotélica y su idea de las virtudes. Para
esto nos invita a identificar en el sujeto social virtuoso en la presencia de
tres momentos o etapas: 1) práctica; 2) narrativa; 3) tradición moral (social).
Entendiendo
por práctica lo siguiente:
Cualquier forma coherente y compleja de
actividad humana cooperativa, establecida socialmente, mediante la cual se
realizan los bienes inherentes a la misma mientras se intenta lograr los
modelos de excelencia que le son apropiados a esa forma de actividad y la
definen parcialmente, con el resultado de que la capacidad humana de lograr la
excelencia y los conceptos humanos de los fines y bienes que conllevan se
extienden sistemáticamente (2004, p. 248).
Y para
cumplir con estas características se requiere de la obediencia de reglas (al
menos al comenzar a dominar la práctica) y los modelos de excelencia. Este
ejercicio produciría bienes tanto externos a la práctica como internos a la
misma, obligando ese segundo tipo de bien a actuar de forma virtuosa a los sujetos,
siendo a su vez el primer momento de la virtud, faltando por integrarse los dos
elementos señalados previamente, a saber: la narrativa y la tradición moral a
las cuáles no nos referiremos en esta oportunidad.
Dicho lo
anterior y volviendo a la serie, los capítulos muestran estos momentos del camino
a la virtud en los personajes humanos que se enfrentan a los dioses. Por
ejemplo, el espadachín Kojiro Sasaki al que denominan el “Perdedor más fuerte
de la historia”, lo muestran como una persona que perdió múltiples
encuentros hasta aprender y dominar la práctica de la mejor manera, llegando a
un combate final contra otro espadachín histórico, en la cual muere.
Situación semejante se refleja en el relato del luchador de sumo Raiden
Tameemon, quien tuvo que reponerse y superar graves enfermedades desde la
niñez.
Supongo
que estos elementos se mantendrán en la línea marcada por la serie, de hecho,
el próximo representante de los humanos en las batallas es Budha, quien cambió
de bando al hacer parte de los dioses en principio. Y restando por participar
personajes conocidos para la cultura occidental como el Rey Leonidas, Nikola
Tesla, Nostradamus y Simo Haiya y personajes menos conocidos para occidente
como Soji Okita uno de los miembros de la Shinsetgumi, que ha sido presentado
en múltiples mangas y animes, entre esos Samurai X, serie que cuenta con una reseña en este mismo blog: https://rvluis1.blogspot.com/2021/06/lo-bueno-lo-malo-y-lo-feo-rurouni.html
No me queda más que invitarlos a disfrutar de la serie y recomendarla a las juventudes, para su disfrute, y el acercamiento a la tradición de la virtud desde el punto de vista de MacIntyre. Algo que parece cada vez más necesario en las dinámicas y relaciones que se presentan en las sociedades post modernas.